A sus 79 años, Mario Yatsetig Romero, todavía no encuentra la respuesta a la pregunta que muchos sullaneros se hicieron cuando él a la edad de 25 años decide cambiar el fútbol por la agricultura. Pues de haber estado en la cumbre de su carrera, jugando por el deportivo Municipal y haber jugado por la selección nacional en el sudamericano de 19 63 eran motivos suficientes como para seguir jugando al fútbol.
El wing izquierdo, quien ya destacaba en la selección del colegio Santa Rosa, se inició en la Academia de Los Infantiles del Municipal con Octavio Sunción, Willian Adrianzén, el “Borrado” Luna, “Capullo Flores”, Cesar Mauricio, entre otros.
“Yo era hincha del Jorge Chávez, equipo donde siempre quería jugar, pero Don José Andrés Lama, alto dirigente de Alianza Atlético, me vio jugar y me pidió jugar por ellos. Si es que la directiva del Chávez me hubiera llamado hubiese aceptado encantado” recordó Yacsetig a una entrevista que tuvo al quincenario El Churre.
Debut en Alianza Atlético
Yaksetig debutó a los 17 años en el fútbol amateur con Alianza Atlético, donde fue tetra campeón en los 4 años que estuvo como jugador del Vendaval del Chira. “Recuerdo al flaco Dioses, Octavio Sunción, un goleador, el negro “capullo” Rivas, un volante extraordinario, los hermanos Cruz, el arquero Medardo Sunción”.
Tras sus buenas actuaciones, el entrenador de la selección nacional, el búlgaro Jorge Ord lo llama para que conforme la preselección que se estaba preparando para las olimpiadas de Roma de 1960.
El wing izquierdo, que se erigió como uno de los mejores jugadores de aquella selección que eliminó a Uruguay, Brasil, México y Surinam, para clasificar junto con argentina a las olimpiadas, todavía mastica esa rabia que lo dejó fuera el equipo peruano.
“Son las cosas tristes que me dejó el fútbol. Después de haber jugado todos los partidos, me sacaron de la selección de manera injusta. Inscribieron a jugadores que estaban en los equipos de Lima. Este fue un golpe tremendo”
El fútbol da revanchas.
Tras sus buenas actuaciones con la selección nacional, al piurano le llovieron ofertas de varios equipos de la capital, donde finalmente firmó por el Deportivo Municipal, equipo donde compartió momentos de gloria con Tito Drago, Óscar Montalvo, José Carrasco, Heraclio Paredes, Willy Flemin, entre otros jugadores de aquella época.
Con el equipo de la franja roja, Yaksetig enfrentó a grandes jugadores de talla Mundial. Jugó contra el Santos de Pele y Gilmar. El Palmeiras de “Baba” o el Botafogo de Didi y Garrincha.
En el año 1963, el marcador izquierdo llegó nuevamente a formar parte de aquella selección nacional que quedó en el cuarto lugar del Sudamericano de Bolivia, donde llegó a ser elegido como uno de los mejores jugadores del certamen.
La palana por el balón
A los 25 años, cuando ya había alcanzado la madurez futbolística, Fernando Bell, quien era su cuñado, decide traerlo a trabajar a la Hacienda la Viña.”Pensé que me iba a ir mejor pero no fue así. Fue un golpe tremendo porque yo ya estaba en la cumbre de mi carrera. Era bien conocido en Lima y bien querido por la afición”.
Sin embargo, cuando trabajaba como agricultor de la Hacienda, los dirigentes de Juan Aurich le ofrecieron para que juegue por ellos. “Acepte, pero sólo jugaba y no entrenaba. Llegamos a subir a la profesional pero ya no podía seguir allí. Vino la reforma agraria. Nos quitaron las tierras y me vine a Sullana”.
Yaksetig, cada vez que puede, revisa su álbum “El fútbol y yo” que le regaló su esposa Teresa García Mezones, alguien que puede rescatar de la mala decisión que tomó de alejarse de las canchas para dedicarse a la agricultura. Los recortes periodísticos que se guardan en el baúl de los recuerdos todavía seguirán latentes en la memoria de quien pudo haber sido uno de los mejores marcadores izquierdos del fútbol peruano. ”Hubiese querido seguir en el fútbol y coronar mi carrera siendo un extraordinario jugador” concluyó.
Quizás en sus noches de alcoba, Yaksetig encontrará algún día la respuesta de que pudo llegar a ser. Por el momento, el polidportivo del Nueve de Octubre ya perennizó su nombre.